El Gobierno lle­va ade­lan­te la sex­ta refor­ma de pen­sio­nes a tra­vés del Pac­to de Tole­do, que ha levan­ta­do muchas expec­ta­ti­vas y espe­ran­zas para alcan­zar un con­sen­so y dar res­pues­tas median­te solu­cio­nes estruc­tu­ra­les, efi­ca­ces y dura­de­ras. Rocío de Padu­ra, Prin­ci­pal en Applied Via­bi­lity, opi­na que “el pun­to de par­ti­da debe ser muy cla­ro: la Pre­vi­sión Social en su esque­ma actual es insos­te­ni­ble. Y el pri­mer paso, en este arduo reco­rri­do, es tener pre­sen­te en todo momen­to una visión glo­bal de los tres pila­res que la sos­tie­nen: Segu­ri­dad Social, pre­vi­sión empre­sa­rial y pre­vi­sión indi­vi­dual. Sin per­der la rele­van­cia el pri­mer pilar, nece­si­ta de los otros dos, para la cana­li­za­ción de un mayor cau­dal de ingre­sos, aje­nos a las coti­za­cio­nes socia­les”.

No hay que correr ries­gos y actuar con proac­ti­vi­dad. Padu­ra mani­fies­ta que “fal­ta la con­vic­ción en el esfuer­zo per­so­nal como una par­te de la solu­ción, de modo que la cul­tu­ra del aho­rro, a lar­go pla­zo, no se ha desa­rro­lla­do toda­vía con la fuer­za nece­sa­ria para cons­ti­tuir­se en un pilar sóli­do, y así com­ple­tar una par­te de la ren­ta a per­ci­bir en el futu­ro”.

La comu­ni­ca­ción y edu­ca­ción deben de estar basa­das en datos cla­ros y pre­ci­sos del esta­do de la futu­ra ren­ta de jubi­la­ción, infor­ma­ción tan­to públi­ca como pri­va­da que ayu­de a cada per­so­na a pla­ni­fi­car y tomar deci­sio­nes, orien­ta­das por una edu­ca­ción finan­cie­ra que pue­de ini­ciar­se des­de la infan­cia.

Dar a cono­cer con sen­ci­llez y trans­pa­ren­cia los ins­tru­men­tos de aho­rro, pues la mayo­ría de los ciu­da­da­nos no cono­cen con cer­te­za de qué se tra­tan y las ven­ta­jas que pue­den ofrecerle.“De otro modo no se gene­ra la con­fian­za sufi­cien­te que moti­ve a com­pro­me­ter­se con el aho­rro”, afir­ma Rocío de Padu­ra. Los Pla­nes de Pen­sio­nes Indi­vi­dua­les (PPI) y los Pla­nes de Pre­vi­sión Ase­gu­ra­da (PPA) son los pro­duc­tos más cono­ci­dos y  pue­den des­per­tar mucho más inte­rés en la pobla­ción.

El estí­mu­lo fis­cal es muy pode­ro­so para deci­dir­se por aho­rrar, ya que la ren­ta­bi­li­dad es muy baja y va en des­cen­so, por lo que es poco usual que se aho­rre por obte­ner rédi­tos inme­dia­tos. Pero la ven­ta­ja fis­cal sí cons­ti­tu­ye un plus que para la mayo­ría hace intere­san­te el aho­rro a lar­go pla­zo.

“De todos modos, la nece­si­dad de com­ple­men­tar las ren­tas exis­te aún si no se edu­ca, no se infor­ma y no se esti­mu­la con nor­mas fis­ca­les atrac­ti­vas. Por ello, la sola con­cien­cia de que el sis­te­ma públi­co no podrá brin­dar una pen­sión, que pro­por­cio­ne un nivel de vida simi­lar al lle­va­do en la vida labo­ral acti­va, es para muchos un incen­ti­vo para aho­rrar. Lo que fal­ta es infor­mar sobre las dis­tin­tas opcio­nes y pro­mo­cio­nar­las, espe­cial­men­te entre los más jóve­nes”, con­clu­ye Rocío de Padu­ra.